Ginger y Amber

Ayer fue la inauguración de la nueva sede donde yo trabajo. Se trataba de una conferencia impartida por el escritor Alfredo Gómez Cerdá, del que yo había leído varios libros durante mi infancia en la colección barco de vapor, así que me hizo mucha ilusión que fuera él el escritor invitado, y después había un cóctel/presentación de las instalaciones. La charla fue bastante amena y después el vino de honor en el trabajo estuvo muy bien. Fue curioso estar en la universidad de noche bebiendo vino en el trabajo. Los canapés estaban bastante ricos y pude probar unos 4 ó 5 de seis, lo cual no está mal, puesto que estaban literalmente contados.

De pequeño *amaba* este libro

El caso es que durante el cóctel estuve socializando con los asistentes, fui a saludar a un alumno, que había venido con una señora que vino un día a clase pero nunca volvió (es la que os dije que me juzgaba desde el asiento con su mirada helada). Había escuchado algo de problemas de salud, como motivo de su no asistencia a las clases, pero al hablar con ella, mis peores sospechas se confirmaron. La mujer en cuestión es una señora bastante mayor con actitud de «no tengo tiempo para tonterías, así que vayamos al grano». 

En pocas palabras me dijo que no le gustaba como daba la clase, que ella iba al grupo de conversación a hablar y que «presentarnos me pareció una tontería porque llevo viniendo muchos años y todo el mundo me conoce», y que después de eso «jugamos a los médicos, que no sé si lo sabes, pero en francés tiene otro sentido -hacer bebés-». Lo dijo con educación, pero sin miramientos y sin suavizar las cosas. Lo recibí con mucha diplomacia porque ellos saben que agradezco las opiniones y las sugerencias, pero fue como un jarro de agua fría, no lo negaré. Además, entre los dos se quejaron de que en el grupo avanzado había gente que no tenía el nivel adecuado y que «no me podía adaptar a ellos». 

Se quejaron mucho, sobre todo la mujer, que tiene un nivel casi perfecto de español, pero no me propusieron actividades que les gustaría hacer. Les hablé acerca de una idea que había tenido de que hicieran presentaciones de países hispanohablantes, pero la descartaron diciendo que leer datos de la wikipedia era una tontería y que no les servía para nada. Por supuesto, pusieron por las nubes al anterior auxiliar. Me dijeron que querían saber cosas sobre España, que se las contase yo, que sabía más que ellos, bla, bla. Y que no querían deberes. Toma ya. Viene un día a clase y me dice que todo lo estoy haciendo mal, que cambie. 

No me parece mal el hecho, porque entiendo su punto de vista, lo que me fastidia es que nadie me diga nada en clase o después de la clase, que no me ayuden a saber lo que quieren y que yo piense que están contentos con la dinámica y que luego, por casualidad me lo suelten todo de golpe y no se acojan a su libertad de no asistir a los talleres, si les parecen una pérdida de tiempo, sino que me hagan sentir culpable de esa manera. 

Cuando yo llegué aquí no tenía experiencia docente de ningún tipo y empecé a organizar las clases lo mejor que supe y pude. No quieren ver gramática, no quieren hacer actividades de diálogo, me tira por tierra la actividad de presentarse, que creo que, no ya para la clase, pero de cara a mí es un mínimo para comenzar y me parece buena actividad de expresión oral para romper el hielo y luego el juego de diálogos, en el que un alumno tenía que hacerse el enfermo y otro debía tratarle como un médico (hablarle con respeto, de usted, preguntarle por los síntomas, darle consejos) no me parece una actividad tan terrible como ella la pintó, y no se expresan tan bien como para que ese tipo de actividades se les queden cortas. Pero aún así la señora hacía hincapié en sus compañeros ,«es que algunos hacen errores y no se los corriges». Y yo pensando, sí, cielo, porque el hecho de que se estén esforzando por expresarse en otra lengua lo mejor que pueden y que lo hagan con dignidad para mí ya tiene mérito, y no quiero estar cortándoles a cada palabra porque entonces no fluiría su expresión.

Angry Old Lady's seal of approal

Vamos, que la señora me cantó las cuarenta. Motivo para beber más vino y salir entonado de la fiesta, que para eso tenía un cumpleaños al que asistir después. Estuve hablando también con los de la sección de catalán del departamento que son muy majos. Se habló de lo que cada uno iba a hacer por navidad, etc. La verdad es que estoy súper excitado con la idea de volver a casa por navidad, aunque Estela me contó que iba a casa y luego volvía para pasar la nochevieja en NYC. ¡Qué planazo! ¡Me muero de envidia! Yo la pasaré, probablemente en Valencia o en la coqueta localidad de Castellón de la Plana.

En un momento dado de la fiesta, Estela me plantó cierta emboscada, porque estaba hablando con ella y con mi jefe de que tenía que ir a comprar alcohol (el ambiente festivo y de colegueo instaba a no cribar mucho la información) y ella me dijo «Pero vamos a ver, ¿de quién es el cumpleaños? ¿Es guapo?» y yo, sin saber muy bien que decir, titubeé un poco y dije «Um, no sé. Tiene novio, así que eso es irrelevante» y retomé mi discurso previo a su pregunta, con lo cual me delaté bastante delante de mi jefe. No importa, it's all good. 

Finalmente, como el SAQ estaba cerrado (francamente no lo entiendo, las licorerías pueden vender alcohol hasta las 11 de la noche y en vez de aprovechar el tiempo legal de venta de sus productos tienen un horario aleatorio y cierran a las 9 o así) me compré unas 4 yonkilatas de Budweiser en un depanneur (tiendas de conveniencia de esas tan americanas donde se vende alcohol, patatas fritas, revistas del corazón y bonos de lotería ante la mirada de un propietario de origen exótico que muy probablemente guarda una escopeta bajo el mostrador).



Parte 2 del post: LA FIESTA

Al llegar a la fiesta le di el regalo a Philippe (el disco de Robyn - Body Talk pt. 2) y empecé a saludar a la gente, había gente que decía que ya nos habíamos conocido en la fiesta de Halloween, que yo era Robin y que habían visto mi foto durmiendo, y yo de «¿Ah, sí? La foto... espera, ¿qué foto?» y uno de ellos ellos «sí yo era Mario, ¿no te acuerdas?» y yo ponía cara de circunstancias. 

La fiesta estuvo bien, mucho mariquita en pareja, (como diría Mecano «mucha niña mona pero ninguna sola») y una nueva variedad de mariquitismo desconocida para mí hasta la fecha: el mariquita punki. Había un tipo rollo cantante de Ska-P con una cresta rosa que se ceñía a esta descripción. Misterioso. Uno de los momentos estelares de la noche fue la aparición de dos primas de un amigo de Philippe que no conocían a nadie en la fiesta y que no podían estar más out of their element allí. Ambas teñidas de rubio, con unos accesorios de lo más inquietantes (una llevaba un colgante de un mono de oro cuyos ojos eran tipo joya), robando copas por la casa y diciendo que el chisme para ponerle salsa al pollo parecía un butt plug, eran todo un ejemplo de clase y saber estar. Me dijeron que la gente no les caía bien, que no habían sido simpáticos con ellas ni les hacían caso así que se iban. Además mencionaron bien alto que no les interesaba nadie de esa fiesta. Iban un poco pedo(s)... Automáticamente las asocié con las mujeres con las que se casan Ned y Homer en las Vegas, Ginger y Amber. Al rato de haber llegado se fueron, como la mayoría de la gente, que iba viniendo y se iba, venían de paso. 

Viva Ned Flanders

A veces cuando estoy con gente que habla en francés me abstraigo porque no entiendo nada. Mi francés es ya de por sí limitado, pero el acento de Quebec es incomprensible, así que a veces me empano un poco y me aislo. Es muy triste la incomunicación. Sólo puedo esperar que más adelante seré capaz de comunicarme mejor con los francohablantes.

A la vuelta a casa me tomé una poutine con Christine, una chica muy maja. La poutine cuando vienes de fiesta es vida y media. Me sentí un poco mal de pedirme una con trozos de salchicha porque ella es vegetariana, pero yo no lo sabía. Woopsies.

1 comentarios:

Rob* | 14 de noviembre de 2010, 14:04

Sergio!
Nunca, nunca, nunca darás una clase que a todo el mundo le guste. Nunca. Ni tú ni nadie. O por lo menos a mí aún no me ha llegado esa aparición divina. Y menos con adultos, porque los niños por lo menos se lo callan, aunque les veas en los ojos que pasan de tu gepeto y que no les interesa lo más mínimo...

Osea que por eso no te estreses, que el año que viene te pondrán por las nubes a ti y dejarán por los suelos a quien te suceda. ¿Has pensado en preguntar por su metodología al anterior auxiliar? No sé, igaul te inspira...

Y me encanta que tengas vida social. Yo sigo intentando construirme una. :-)

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