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La historia jamás contada de mi madre (pesadilla)

Hoy me he despertado en mitad de la noche llorando angustiado. Había tenido una pesadilla súper real. Me he quedado en la cama a oscuras recapitulando el sueño con la impresión de que todo era real y dándole vueltas a lo que acababa de soñar. Creo que nunca una pesadilla me había afectado tanto como para ponerme a llorar, por lo que estaba bastante impactado.

Paso a relataros el contenido del sueño:

Mi abuela se acercaba a mí y me daba un pasaporte. Muy seria, como conteniendo sus sentimientos, me decía: «Es el pasaporte de tu madre, ella ya no lo va a necesitar», se daba media vuelta y se marchaba. Entonces leía el pasaporte, que en realidad parecía contener una especie de historia acerca de mi madre. Lo primero que leía era que mi madre se había sometido a una operación de reafirmación de sexo en Barcelona, de joven. Esto se intercalaba con un fragmento de una conversación que yo había tenido con ella por el messenger, en la que yo le preguntaba «Pero mamá, yo siempre había creído que eras una mujer, ¿por qué no me lo habías contado?» y ella, tranquila y con una sonrisa en los labios (era supuestamente a través de algún servicio de mensajería instantánea, pero podía ver su intencionalidad) me respondía «Es que soy una mujer». Yo, sintiéndome un torpe, añadía «Ya sabes, una mujer genética». Como no respondía, yo le insistía «Mamá, necesito que hablemos esto en persona», pero ya no obtenía respuesta. Seguía leyendo su historial, que entremezclaba narración con testimonios.

Yo sabía que mi madre había estado en Barcelona de joven y también que se había sometido a un par de operaciones a lo largo de los años, pero no sabía muy bien de qué y el conocer esta información me chocaba profundamente.

Parece ser que mi madre se fue a Barcelona de joven en el cuerpo de un chico a someterse a una operación de cambio de sexo. Mis abuelos, según el informe, pese a ser católicos y muy conservadores, la habían apoyado en todo momento. Se citaba a mi abuelo diciendo que «A pesar de todo siempre fue muy mona y muy discreta» y que «nunca se la imaginó como un juguete de trastero o llevando una mala vida». Eso de «juguete de trastero» me llama la atención, porque huele a traducción total y es porque sé que mi abuelo ha dado su testimonio en inglés. Misterio.

El «pasaporte» continúa hablando sobre mi madre, que ha pasado sus últimos días en un hospital. En las últimas hojas hay intercalada una foto de ella incorporada en la cama, con un pijama de hospital. Pese a no llevar maquillaje y tener los ojos cansados está muy sonriente, como diciendo «voy a luchar y voy a salir de esta», a un lado tenía a mi abuela, muy arreglada como siempre y muy sonriente al lado de su hija y a una monja enfermera, de mirada más seria, pero de aspecto afable.

En el reverso de la fotografía pone «En su último día en el hospital. El equipo médico había decidido que ese día la comida se le llevaría a la sala común, parecía estar muy contenta y llena de vitalidad. Durante la siesta de ese día falleció, con una expresión tranquila en su rostro». Y yo lo leía y no me lo podía creer, no podía creer que se me hubiera tenido al margen de todo, que no hubiera sabido tantas cosas de mi madre y que aquella conversación nunca hubiera acabado y pensaba que mi madre tenía que haber sufrido mucho, guardándose todos esos secretos para que yo tuviera una infancia normal y pensaba que era una luchadora como la copa de un pino, de las que tienen biografía...

Y con un nudo increíble en la garganta me he despertado con lágrimas en los ojos como un tonto y me he tenido que recordar a mí mismo que mi madre no se ha sometido a ninguna operación de cambio de sexo, que nos parecemos muchísimo y que yo he visto -por desgracia- el vídeo del parto.

No sé por qué sueño estas cosas tan surrealistas.

Posible soundtrack para el sueño.
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Héroes de leyenda

Esta semana sería un poco difícil de resumir. Lo más relevante han sido las dos veces que me he dejado las llaves en casa (una de verdad y la otra un simulacro), quedándome encerrado en la calle, la preparación de las clases y el encargo de corregir tropecientas traducciones, con el que voy con bastante retraso, por cierto. Para finiquitar la semana, he sentido una imperiosa necesidad de estar solo, que se ha visto truncada por una visita inesperada desde Toronto tras la cual me he quedado un poco transpuesto. 

Por lo demás, estos últimos días he venido sintiendo una creciente sensación de soledad y de morriña que consigo acallar pensando que dentro de exactamente un mes estaré de vuelta en casa. Sé que algunos podrán ver en esta morriña un símbolo de debilidad, la del chico que no se adapta a vivir en el extranjero y tiene que volver corriendo a mamá y a lo mundano que conoce para sentirse a salvo. No es eso.


Echo de menos a tanta gente... en especial, a mi JC♥. Me muero de ganas de verle cada día que pasa. A veces me encuentro viendo fotos suyas de perfil y suspirando como una teenager cualquiera que mira su anuario y se acuerda del capitán del equipo de fútbol. Y veo fotos de cuando mis días consistían en emborracharme con mis amigos, disfrazarnos vestirnos para salir e ir a la disco o al pub de turno a bailar y a hacer el canelo y me encanta. Lo echo muchísimo de menos, porque la gente que he conocido aquí es guay, pero es otro rollo. Mis amigos montrealeses también son partidarios del alcohol y de la fiesta, pero el lenguaje es una barrera que lo complica todo tres veces y no es lo mismo soltar cualquier chorrada y partirte de risa por el momento, porque surge, que tener que estar con mil oídos tratando de entender, apañártelas para intervenir y francamente, ante ese panorama a veces me planteo que estoy más a gusto en mi casa en pijama viendo una serie. Pero bueno, yo no pierdo la esperanza.

Últimamente, cada vez que hablo con JC♥ se me llena la cabeza de planes y de ideas para el futuro. Pienso en estudiar una segunda titulación (Estudios de Asia Oriental - ya podéis llamarme friki) o un máster en enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE). Todo esto apuntando a una meta que me parece muy atractiva: la idea de trabajar como profesor de español en algún lugar de Japón, o trabajar de profesor de español en cualquier otro lugar del mundo con la posibilidad de combinarlo ejerciendo mi profesión de traductor (me encantaría poder contar con el japonés como lengua de trabajo, junto con el francés y el inglés). Todo son ideas que me revolotean la cabeza y a menudo se las planteo a JC♥, asustándole un poco al ponerme a hablar de vivir juntos en otras ciudades, de poner nuestros planes en común, y él, que vive en el hoy, se ve un poco abrumado y rápidamente esquiva el tema con pretextos lógicos como la necesidad de ahorrar para hacer cualquiera de esas cosas y eso me devuelve a la realidad. Pero no evita que siga soñando despierto y que estos planes sigan agazapados en mi mente.

He pensado que de todas formas el blog podría seguir vigente fuese a donde fuese, se me ocurren títulos alternativos como ¿Ves como eres un pétalo de cerezo?, ya me imagino la cabecera de la página, con un cerezo en flor a la derecha y alguna diva del pop a la izquierda, en kimono. Puede que si nos mudásemos a Barcelona (una idea que ha cruzado nuestras mentes) también lo adaptase, pero adaptarlo a cualquier cosa de España resultaría demasiado kitsch. No me imagino la cabecera de la web con una fallera o algo así. Sería demasiado fuerte.

Para acabar esta entrada incoherente y como excusa para poner un par de fotos que adornen el percal os pongo los carteles de las dos pelis que me he visto este finde. 

Por un lado, Scott Pilgrim vs. the World, que me pareció una peli ammor, 100% entertainment value y muy original. Incluso me entraron ganas de leerme los cómics, y eso que sabe Dios que en el último mes mi hábito de lectura ha muerto en pro de las redes sociales y las series estadounidenses. Me estoy volviendo analfabeto, tiempo al tiempo.
Le he dado un 8 en imdb, pero lo cierto es que se merece un 8,6 o así, lo que pasa es que yo suelo redondear a la baja, que desde luego la peli no es de 9. Lo que más me ha molado es la estética conseguida de cómic, la originalidad en la ejecución de muchas de las ideas, la banda sonora y el hecho de que, pese a ser un producto hecho puramente para el entretenimiento del vulgo, no sea zafia como la mayoría de pelis estadounidenses 0% content. Sabe entretener y con eso ya me tiene ganado. Por cierto, los enemigos deshaciéndose en mil monedas me pareció lo más. La peli y el cómic son muy #Canadá.



Por otro lado, Harry Potter and the Half-Blood Prince, película que aún no había tenido ocasión de ver pese a ser más o menos fans de la saga, puesto que cuando la estrenaron no tuve ocasión y cuando quise verla todo el mundo me dijo que era nefasta, lo cual me echó para atrás. Pero bueno, con una septalogía (convertida en 8 pelis, para ordeñar bien a J.K. Rowling el tirón comercial del mago), llegados a este punto no hay marcha atrás y hay que verla entera. La peli no es mala en el sentido de que no está mal hecha, pero grita por los cuatro costados película de transición, al igual que la novela, me imagino, pero metidos en la vorágine de una septalogía, que en un libro pasen más o menos cosas se lleva de otra forma que verlo en una peli, donde lo más relevante es que muere Dumbledore. Perdón por el spoiler, pero si no sabíais eso asumo que o a) no os interesa la saga lo más mínimo y jamás veréis esta película o b) vivís en una cueva y no tenéis acceso a la misma información que el resto de seres humanos. Le puse un 6, que en realidad sería un 6,5, pero imdb como ya sabéis no permite los decimales, lo cual está muy mal.

Ah, me he acordado de una última cosa más, tanto hablar de cine (ya sabéis que como escribo en el blog de Pascuas a Ramos luego esto se convierte en una especie de parto y hasta que no sale el niño del todo y no me quedo a gusto, no callo), el jueves pasado asistí a una conferencia que se titulaba Eros y Tánatos en el cine de terror tardofranquista. Al principio leí la reseña y me planteé que no me apetecía asistir, pero finalmente un amigo me convenció y salí muy satisfecho de haber ido porque fue muy interesante e iluminadora. Resulta que durante los años previos al destape en el cine español, en los últimos años de la dictadura franquista, en España hubo un boom de un cine de terror de un contenido altamente erótico. En la mayoría de casos el terror era un poco un pretexto para dar lugar a situaciones de alto voltaje donde se mostraban todo tipo de transgresiones sexuales consideradas como no aceptables por el canon moral de la época. Estas películas tenían mucho éxito entre el público general y de hecho se exportaban al extranjero, donde encontraban éxito de crítica y de público. Este género pasaría a denominarse el cine de fantaterror ibérico. Con la caída de la censura, la aparición del destape y la entrada de la pornografía en España, este género fue abandonado y denostado sin piedad, considerado como inmoral por la derecha (pues mostraba lesbianismo, necrofilia, incesto, monstruos, a menudo en localizaciones del imaginario católico como conventos, monasterios, etc.) y poco edificante y una maniobra de idiotización para la masa por parte de la izquierda. Se renegó de él, cayendo en el olvido. Este género produjo unas 156 películas en un período de 3 años, lo cual es un gran volumen dentro de un solo género para la industria española y a día de hoy se pueden encontrar fácilmente por Internet, donde tienen un seguimiento de culto.

Me gustaría ver alguna de esas películas...
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Celebridad

Hoy he soñado que venía de visita a la Universidad la cantautora canaria Rosana, a la que yo denomino cariñosamente la Rita Barberá del pop. Lo cierto es que Rosie es uno de mis placeres más culpables, que total, me gustan 3 ó 4 canciones de ella (si, RAE, he puesto una tilde entre cifras, now you can kiss my ass) pero sé y entiendo que puede ser totalmente un estigma en mi guayeza.


Anyway, el caso es que me la encontraba por el pasillo de mi trabajo y mi jefe me la presentaba: «Sergio, te presento a Rosana, aunque supongo que ya la conoces, ha venido para dar un concierto esta tarde». Nos saludamos y mi jefe añade «por cierto, ¿sabías que ella también es traductora?». Gratamente sorprendido le digo que no y, mientras mi jefe nos deja solos, le cuento que yo también estudié traducción. Es muy simpática en persona y tiene un acento canario muy exótico. Pasa algún compañero de trabajo por nuestro lado y le digo «Mira, ésta es Rosana, es una cantante española ¡y de mi gremio!». En un aparte, Rosie me confía que sólo se sacó el 32% de los créditos y yo la tranquilizo, «Si vales y te dedicas a traducir, te puedes considerar traductora», aunque para mis adentros pienso que menudo intrusismo.

De repente, por megafonía suenan las primeras notas de su canción Hoy y muy contento le confieso que es una de sus canciones que más me gustan, mientras hago algunos movimientos de mano faux flamenco. Ella me pregunta, «ah, ¿sí?» y me agarra como si fuera el hombre de la pareja de baile y empezamos a bailar al estilo baile de salón (que no pega nada con la canción, pero es un sueño, así que nada tiene necesariamente sentido). El sueño se va disipando como una bruma en mi cabeza mientras sigo durmiendo.

¡Gracias por el baile, Rosie!
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Un día de perros

Cuando Roberto mencionaba hoy a través de su Twitter que le había atacado un yorkshire con peúcos y que «no hay nada más humillante» he pensado que esta mañana me ha pasado una de las pocas cosas más humillantes y facepalm-iles del mundo. Os relato.




Salía yo de casa hacia el trabajo preocupado con la clase de hoy, a la que iba a asistir mi pesadilla particular de los últimos tiempos, la AOL (Angry Old Lady), cuando giro el pomo para bloquear la puerta, salgo y cierro. Como siempre me entra la inquietud de revisarme los bolsillos de la mochila para ver que lo llevo todo. Falta algo, no he cogido mis llaves. En mi mente aparece un fragmento nítido de mi casera, la señora Locatis, advirtiéndome severamente con respecto a dejarme las llaves en casa y cerrar: «No te dejes las llaves porque no quiero que mis inquilinos estén llamando a mi casa y molestando a mis padres, que son mayores. Además, tu inglés no es perfecto y el de ellos tampoco y puede que si te dejas las llaves en casa tengas que pasar la noche en casa de Estela». Se me cae el mundo al suelo.

De nada ha servido el sucinto pero certero post-it pegado en mi puerta que lee, en mayúsculas «¿LLEVAS LAS LLAVES?», la he cagado hasta el fondo una vez más por despiste y por desastre. Pienso. Llamo a la casera, nadie lo coge. Le mando un sms al teléfono, recibo un mensaje automáticamente generado que me indica que estoy intentando mandar un sms a un fijo y me pregunta si lo estoy haciendo en inglés o en francés. Confuso y asustado ante la perspectiva de ver a Locatis cabreada con su chaqueta de cuero y su pelo de recién levantada, con maquillaje en los ojos de hace varios días y oliéndole el aliento a Whiskas (es un personaje real pero como si hubiese salido de la mente de Stephen King) decido intentar arreglarlo sin recurrir a ella. Llamo a Daniel el colombiano pero no me responde, llamo a mi jefe y me devuelve la llamada. Le cuento el dramón y le pregunto si conoce algún cerrajero, busca en Google y me da varios números que, en mitad de la calle y tras darme cuenta de que también me he dejado la agenda, me apunto en la mano. Entro en una ferretería a contarles lo que me ha pasado y tras darme otro número de cerrajero, se desentienden.

Frente a mi casa llamo al primer número, les cuento mi problema en francés macarrónico y con la voz agitada, me ponen en espera (suena algún clásico pop previsible rollo Kiss fm), así hasta hablar con dos hombres más y contarles el problema (con sendos interludios cortesía de la Kiss fm). Intuyo que si están ocupados se pasan la llamada de una empresa a otra, así acaparan el mercado, bien que me parece. El último señor me dice que tardaría media hora, tres cuartos como mínimo en llegar. Hace hincapié en el como mínimo por segunda vez. Sin cajas destempladas le digo que estoy en un apuro, que voy a probar otros números y que si no encuentro nada le volveré a llamar.

Llamo a otro de los números (mi jefe me había dado tres) y me lo coge una mujer hablando en un idioma misterioso y desconocido por mí. Le explico todo mi problema y ante la confusión le pregunto «C'est chez le serrurier?» y me responde «Wrong number». Finalmente, el siguiente teléfono me promete estar en mi casa en 20 minutos. Espero frente a mi edificio escuchando música con el ipod. Sale de la planta baja un hombre con cierto parecido a Cam de Modern Family en batín y pijama. Básicamente sale a pulular por el porche. Yo permanezco de pie frente al edificio, en actitud de espera. Como veo que mi presencia le llama la atención y cada vez disimula menos el pululeo, le saludo.


Oh cielos

Ante su curiosidad le explico lo que me ha pasado, le pregunto si trabaja en el edificio (esto jamás lo entendió) y le digo que me da miedo llamar a la casera y le explico el motivo. Él menciona «That son of a bitch», en referencia a Locatis. Me dice que intente entrar por mi ventana a través del patio interior y de la escalera de incendios que da a la ventana. Recorro el laberíntico y sombrío edificio tras él pensando en asesinos en serie americanos con sobrepeso que se disfrazan de mujer o de payaso y guardan a sus víctimas en habitaciones unipersonales como la mía. Bajo por unas escaleras de madera ultra precarias, el segundo escalón está suelto y casi me mato, llego hasta mi ventana pero es imposible levantar la mosquitera, de todas formas el cerrajero ya está al caer.

Salimos a la calle justo cuando el cerrajero sale del coche. Cam nos abre la puerta de la calle con una llave que se saca no se sabe muy bien de dónde. Con un spray y una ganzúa, el cerrajero (un chico poco mayor que yo, bastante callado) abre mi puerta y me demuestra una vez más una idea que yo siempre he tenido, lo fácil que debe ser robar en una casa pidiéndole a un cerrajero que te abra la puerta. No te piden ni fotocopia del alquiler ni identificación ni nada. Entro en casa y me dice «son 65$, si quieres un recibo te tengo que cobrar las tasas», tras lo que yo le doy 65$ y el chico se marcha. Cam se asoma a la puerta de mi habitación mientras busco las llaves, «¿Puedo entrar?» dice, le doy permiso. Me observa buscar las llaves como un desesperado. No están. Cojo la mochila y del bolsillo de la derecha, donde está mi cartera y donde habitualmente llevo las llaves, salen las llaves. Las llevaba encima y no las he notado al tacto y he panickeado. En vez de buscar más a fondo he sucumbido al terror. Imbécil.

Tenía las llaves conmigo y he vivido la paranoia de que no. Me he llevado la mano a la cara con estupor. Con la quemazón de los 65$ aún en el bolsillo he mirado a Cam y le he pedido que por favor no le contase lo que acababa de presenciar a nadie (como si tuviésemos algún conocido en común o algo). Me he sentido la persona más inútil del universo. Estoy tan avergonzado que no se lo he contado ni a mi jefe ni a nadie del trabajo. La versión oficial es que el cerrajero simplemente me abrió la puerta, le pagué y las llaves estaban dentro.

Cualquier otra cosa es demasiado humillante.
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Ginger y Amber

Ayer fue la inauguración de la nueva sede donde yo trabajo. Se trataba de una conferencia impartida por el escritor Alfredo Gómez Cerdá, del que yo había leído varios libros durante mi infancia en la colección barco de vapor, así que me hizo mucha ilusión que fuera él el escritor invitado, y después había un cóctel/presentación de las instalaciones. La charla fue bastante amena y después el vino de honor en el trabajo estuvo muy bien. Fue curioso estar en la universidad de noche bebiendo vino en el trabajo. Los canapés estaban bastante ricos y pude probar unos 4 ó 5 de seis, lo cual no está mal, puesto que estaban literalmente contados.

De pequeño *amaba* este libro

El caso es que durante el cóctel estuve socializando con los asistentes, fui a saludar a un alumno, que había venido con una señora que vino un día a clase pero nunca volvió (es la que os dije que me juzgaba desde el asiento con su mirada helada). Había escuchado algo de problemas de salud, como motivo de su no asistencia a las clases, pero al hablar con ella, mis peores sospechas se confirmaron. La mujer en cuestión es una señora bastante mayor con actitud de «no tengo tiempo para tonterías, así que vayamos al grano». 

En pocas palabras me dijo que no le gustaba como daba la clase, que ella iba al grupo de conversación a hablar y que «presentarnos me pareció una tontería porque llevo viniendo muchos años y todo el mundo me conoce», y que después de eso «jugamos a los médicos, que no sé si lo sabes, pero en francés tiene otro sentido -hacer bebés-». Lo dijo con educación, pero sin miramientos y sin suavizar las cosas. Lo recibí con mucha diplomacia porque ellos saben que agradezco las opiniones y las sugerencias, pero fue como un jarro de agua fría, no lo negaré. Además, entre los dos se quejaron de que en el grupo avanzado había gente que no tenía el nivel adecuado y que «no me podía adaptar a ellos». 

Se quejaron mucho, sobre todo la mujer, que tiene un nivel casi perfecto de español, pero no me propusieron actividades que les gustaría hacer. Les hablé acerca de una idea que había tenido de que hicieran presentaciones de países hispanohablantes, pero la descartaron diciendo que leer datos de la wikipedia era una tontería y que no les servía para nada. Por supuesto, pusieron por las nubes al anterior auxiliar. Me dijeron que querían saber cosas sobre España, que se las contase yo, que sabía más que ellos, bla, bla. Y que no querían deberes. Toma ya. Viene un día a clase y me dice que todo lo estoy haciendo mal, que cambie. 

No me parece mal el hecho, porque entiendo su punto de vista, lo que me fastidia es que nadie me diga nada en clase o después de la clase, que no me ayuden a saber lo que quieren y que yo piense que están contentos con la dinámica y que luego, por casualidad me lo suelten todo de golpe y no se acojan a su libertad de no asistir a los talleres, si les parecen una pérdida de tiempo, sino que me hagan sentir culpable de esa manera. 

Cuando yo llegué aquí no tenía experiencia docente de ningún tipo y empecé a organizar las clases lo mejor que supe y pude. No quieren ver gramática, no quieren hacer actividades de diálogo, me tira por tierra la actividad de presentarse, que creo que, no ya para la clase, pero de cara a mí es un mínimo para comenzar y me parece buena actividad de expresión oral para romper el hielo y luego el juego de diálogos, en el que un alumno tenía que hacerse el enfermo y otro debía tratarle como un médico (hablarle con respeto, de usted, preguntarle por los síntomas, darle consejos) no me parece una actividad tan terrible como ella la pintó, y no se expresan tan bien como para que ese tipo de actividades se les queden cortas. Pero aún así la señora hacía hincapié en sus compañeros ,«es que algunos hacen errores y no se los corriges». Y yo pensando, sí, cielo, porque el hecho de que se estén esforzando por expresarse en otra lengua lo mejor que pueden y que lo hagan con dignidad para mí ya tiene mérito, y no quiero estar cortándoles a cada palabra porque entonces no fluiría su expresión.

Angry Old Lady's seal of approal

Vamos, que la señora me cantó las cuarenta. Motivo para beber más vino y salir entonado de la fiesta, que para eso tenía un cumpleaños al que asistir después. Estuve hablando también con los de la sección de catalán del departamento que son muy majos. Se habló de lo que cada uno iba a hacer por navidad, etc. La verdad es que estoy súper excitado con la idea de volver a casa por navidad, aunque Estela me contó que iba a casa y luego volvía para pasar la nochevieja en NYC. ¡Qué planazo! ¡Me muero de envidia! Yo la pasaré, probablemente en Valencia o en la coqueta localidad de Castellón de la Plana.

En un momento dado de la fiesta, Estela me plantó cierta emboscada, porque estaba hablando con ella y con mi jefe de que tenía que ir a comprar alcohol (el ambiente festivo y de colegueo instaba a no cribar mucho la información) y ella me dijo «Pero vamos a ver, ¿de quién es el cumpleaños? ¿Es guapo?» y yo, sin saber muy bien que decir, titubeé un poco y dije «Um, no sé. Tiene novio, así que eso es irrelevante» y retomé mi discurso previo a su pregunta, con lo cual me delaté bastante delante de mi jefe. No importa, it's all good. 

Finalmente, como el SAQ estaba cerrado (francamente no lo entiendo, las licorerías pueden vender alcohol hasta las 11 de la noche y en vez de aprovechar el tiempo legal de venta de sus productos tienen un horario aleatorio y cierran a las 9 o así) me compré unas 4 yonkilatas de Budweiser en un depanneur (tiendas de conveniencia de esas tan americanas donde se vende alcohol, patatas fritas, revistas del corazón y bonos de lotería ante la mirada de un propietario de origen exótico que muy probablemente guarda una escopeta bajo el mostrador).



Parte 2 del post: LA FIESTA

Al llegar a la fiesta le di el regalo a Philippe (el disco de Robyn - Body Talk pt. 2) y empecé a saludar a la gente, había gente que decía que ya nos habíamos conocido en la fiesta de Halloween, que yo era Robin y que habían visto mi foto durmiendo, y yo de «¿Ah, sí? La foto... espera, ¿qué foto?» y uno de ellos ellos «sí yo era Mario, ¿no te acuerdas?» y yo ponía cara de circunstancias. 

La fiesta estuvo bien, mucho mariquita en pareja, (como diría Mecano «mucha niña mona pero ninguna sola») y una nueva variedad de mariquitismo desconocida para mí hasta la fecha: el mariquita punki. Había un tipo rollo cantante de Ska-P con una cresta rosa que se ceñía a esta descripción. Misterioso. Uno de los momentos estelares de la noche fue la aparición de dos primas de un amigo de Philippe que no conocían a nadie en la fiesta y que no podían estar más out of their element allí. Ambas teñidas de rubio, con unos accesorios de lo más inquietantes (una llevaba un colgante de un mono de oro cuyos ojos eran tipo joya), robando copas por la casa y diciendo que el chisme para ponerle salsa al pollo parecía un butt plug, eran todo un ejemplo de clase y saber estar. Me dijeron que la gente no les caía bien, que no habían sido simpáticos con ellas ni les hacían caso así que se iban. Además mencionaron bien alto que no les interesaba nadie de esa fiesta. Iban un poco pedo(s)... Automáticamente las asocié con las mujeres con las que se casan Ned y Homer en las Vegas, Ginger y Amber. Al rato de haber llegado se fueron, como la mayoría de la gente, que iba viniendo y se iba, venían de paso. 

Viva Ned Flanders

A veces cuando estoy con gente que habla en francés me abstraigo porque no entiendo nada. Mi francés es ya de por sí limitado, pero el acento de Quebec es incomprensible, así que a veces me empano un poco y me aislo. Es muy triste la incomunicación. Sólo puedo esperar que más adelante seré capaz de comunicarme mejor con los francohablantes.

A la vuelta a casa me tomé una poutine con Christine, una chica muy maja. La poutine cuando vienes de fiesta es vida y media. Me sentí un poco mal de pedirme una con trozos de salchicha porque ella es vegetariana, pero yo no lo sabía. Woopsies.
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Los cadáveres exquisitos de mis niños

Y no, no estoy hablando de ningún homicidio. Aún.
Hoy os traigo un poquito de cultura, que me la pide el cuerpo. Ayer les propuse a mis alumnos hacer lo que se conoce como un cadáver exquisito. Se trata de una actividad de escritura que consiste en la realización de un texto colaborativo. El juego en cuestión por lo visto se conoce también como «consecuencias» y tiene la particularidad de que cada participante, tras escribir su frase dobla el papel, ocultando lo que ha escrito y el siguiente sólo puede leer la frase escrita por la persona inmediatamente anterior a él, dando como resultado un texto de lo más curioso y bizarro que roza el dadaísmo.
El termino «cadáver exquisito» fue acuñado por los surrealistas franceses sobre el año 1925 cuando, realizando este tipo de textos, obtuvieron el texto «Le cadavre - exquis - boira - le vin - nouveau» (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo).
A menudo, estos artistas utilizaban sustancias que les llevaban a estados de semiinconsciencia e hipnosis para producir estos textos.
Aunque este ejercicio generalmente tiene lugar en actividades de escritura, también se ha puesto en práctica en otras actividades como las artes plasticas o el cine.
Los cadáveres exquisitos también han recibido otros nombres, como “poemas al alimón” o “quebrantahuesos”.

Esto es lo que salió en el grupo avanzado:

1
Eras en tu infancia como el corzo en el bosque.
Me gusta correr, saltar y ser libre
Pero, ahora que estoy en una prisión, me faltan esas cosas.
En la cárcel, la libertad es de necesitar nada.
Entonces, cuando saldré de la carcel, voy a hacer otro robo.
A mí no me toca enjuiciar lo del ladrón, lo seguro es que tenía hambre.

2
Ayer encontré mi vecino muerto el año pasado
¡Que sorpreso!, le dije. «Me habían dicho que estaba muerto.»
Al interarse de la mala noticia, se cayó de bruces,
Se rompió el tobillo y fue llevado al hospital.
Esperó por 3 horas antes de ver el médico
Pero, después de 3 horas, no pude verlo porque por entonces me había quedado ciego.
Disculpe a mi niño que ha sacado tus lentes de sol de tu coche.

3
Hoy mi vecina fue al supermercado para comprar verduras.
A ella le gustan mucho las insaladas.
Entonces come tantas lechugas que creían que fuera un conejó.
También tenía grandes dientes, pero no era un conejó, sino una ardilla gigante.
Cuando los niños lo vieron, se fueron corriendo y gritando.
Niños discrutando de sus deportes, studios, actividades para scolar.
Entonces, lo que tienen que hacer está sonreír y disfrutar de este memento.

4
Todo empezó un día de viente fuerte, a las cinco de la tarde.
La mamá y su niño salieron por la calle para ir de compras,
Para comprar comida, trajes, para vestir niños para ir a la escuela.
Un hombre tiene que sacrificar su tiempo, unos placeres y tomar algunos años: (!!!)
¡Qué lastima! Ese hombre envejecerá tristemente y faltará cosas buenas para su salud.
Hay que empezar a hacer deporte. Debe empezar a jugar al fútbol
Porque así tu salud mental y fisica se mejorará.

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Fuerte. El resultado ha sido un poco diferente a lo que yo esperaba, la verdad, y me ha sorprendido ver que algunos de sus temas recurrentes son los niños, los vecinos y la salud.

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Jengibre

El fin de semana pasado fue la famosa fiesta de Halloween. Yo asistí, con mis amigos montrealeses a una fiesta en casa de unos completos desconocidos que Simon conocía porque habían sido, en algún momento, compañeros de piso de un amigo suyo que ya no vivía allí. Random.


Los días previos a la efeméride, estuve comprando ropa de segunda mano para confeccionar el invento. Mis más allegados sabréis que tengo una ligera fijación con el personaje de Robin, compañero de fatigas de Batman (en latinoamérica el Chico Mursiélago). Con una camiseta roja, una verde que me venía ridículamente pequeña y un polo amarillo, Simon me confeccionó un atuendo de lo más pintón. Pero no todo el mérito es suyo, que yo mientras le ayudaba a sujetar la tela y le daba conversación amena.


Foto adecuada que robé de algún otro blog aleatorio


La fiesta fue fugaz y random. Con miedo de no coger el puntillo, en la pre party en casa de Philippe bebí con bastante rapidez. Lo que recuerdo de la fiesta no pudo durar más de media hora y comprende mi llegada y el paseíllo por la casa. Después, un poco de bailoteo (que Lidia Caro acertadamente describiría como «cuando ya estás acabado y esperas la llegada del SAMUR y no bailas, sino que te balanceas») y una breve pero animada conversación con una anglófona que decía hablar español a la que pregunté si era lesbiana y tras su afirmativa le solté que entonces seguramente le encantarían Tegan & Sara y que yo las amaba (ella también).


Las hermanas canadienses Tegan y Sara, ídolo lésbico donde los haya


Después de eso amanecí en un sofá de la casa, desierta pero con restos de la fiesta de la noche anterior por todas partes con una resaca monumental. Embargado por la vergüenza, decidí irme antes de que se levantaran los habitantes del lugar (tuve la suerte de que aún eran como las 7 de la mañana y la gente aún descansaba). Encontré mis cosas en la puerta de una de las habitaciones. Sorprendentemente estaba todo dentro: mi móvil, mi cartera, la cámara de fotos... Al dejarla la noche anterior en aquella habitación y en mi estado, en un momento de lucidez había tenido la certeza de que nunca más iba a ver algunas de aquellas posesiones, como en el Halloween que pasé en Ohio y perdí mi cámara. Con la peor de las resacas y por inercia, conseguí llegar a mi piso, donde vegeté hasta el día siguiente. Otro Halloween letal, me  prometo a mí mismo que la próxima vez no será tan destroyer.


El resto de la semana ha transcurrido sin demasiada novedad. En cuanto al tema clases, el número de alumnos sigue fluctuando mucho. Tuve un episodio muy à la Ted Mosby, profesor universitario cuando surgió en la clase una palabra de vocabulario que decidí apuntar en la pizarra. Veréis, mi sistema de dar clase hace mucho énfasis en la participación oral de mis alumnos y cuando salen palabras de vocabulario nuevas o interesantes, las apunto en la pizarra. Las que me producen dudas intento evitar apuntarlas (especialmente en cuanto a tema acentuación). Pues bien, sin ir más lejos, hablando de algo relacionado con Halloween, escribí en la pizarra la palabra «GENGIBRE». Me quedé mirándola unos segundos y la cambié de este modo: «GENJIBRE». Seguía sin estar muy convencido, y pensando, oh Dios mío, la están buscando en sus diccionarios pocket y en sus traductoras automáticas, porque esta gente, como ya sabéis, son auténticos friquis del español, y los del grupo avanzado realmente tienen mucho interés. Finalmente me vino la inspiración divina y lo cambié: «JENGIBRE». Su forma correcta. De todas formas, invadido por una sensación de pánico repentina borré la palabra y mencioné de pasada: «Da igual, no es una palabra importante» pasando rápidamente a otro tema.


Tras un fin de semana casero y de relax hoy he puesto en práctica una de mis costumbres norteamericanas favoritas: el brunch. En materia de brunches, la mejor opción es una cadena canadiense de origen montrealés llamada Chez Cora. La imagen del lugar es su propietaria original, una anciana de mejillas sonrosadas y sonrisa grapada a la cara que es muy el ideal de abuela que todos querríamos tener y que querríamos que nos alimentase con sus desayunos generosos. La historia cuenta que esta mujer, llamada Cora Tsouflidou, abrió en 1987 (el año en que nací yo) un snack bar en Montreal. A día de hoy la cadena cuenta con casi un centenar de franquicias en toda Canadá. Restaurantes muy family-oriented con nombres de platos escritos de manera naïf en tipografía lo ha escrito mi hijo de 6 años donde se pueden degustar platos hipercalóricos con bien de bacon crujiente mezclado con pancakes y salchicha y de repente piña y fresas para despistar al colesterol. Una fiesta aderezada con niños llorando all around y camareras con una sonrisa permanentemente en la cara.


Cora Tsouflidou, tiene mucha cara de ser súper simpática frente a las cámaras 
pero una auténtica tirana con sus trabajadores cuando no la están grabando.
Claro que sí, como todas las divas, que una no ha llegado a lo más alto
del mundo del desayuno para andar aguantando a nulos/as


Después de eso me he ido con mi amigo colombiano a dar un paseo por la zona, le he llevado hasta el Parc LaFontaine, un parque cercano a mi casa donde he hecho unas fotos de lo más chachis que colgaré en facebook y que tratan de retratar de manera muy amateur lo que es el otoño en Montreal. Esto es el otoño. Hojas por todas partes, frío y tímidos rayos de sol filtrándose entre los árboles. Sol sin calor. La verdad es que es un tiempo muy agradable y las ardillas han querido acompañarnos durante el paseo.






Me encanta Montreal.