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Llegada a Montreal

O Monti, como llamo yo cariñosamente a esta ciudad llamada a ser mi hogar durante los próximos 8 meses.
Empiezo a trabajar el 1 de octubre (dentro de dos días), chapurreo el idioma pero no lo domino y NO TENGO PISO. 


Antes de llegar pasé un par de tardes enviando e-mails a varias ofertas de pisos que encontré por Internet, pero ningún casero tuvo la bondad de molestarse en responderme. Ahora mismo me hospedo en la zona de Laurier, en el piso de un amigo de mi contacto en Canadá, que a la sazón me parece que va a ser mi superior y quien vino a recogerme ayer al aeropuerto. La llegada hasta la casa del susodicho amigo fue una odisea de autobuses y metros repletos de gente, cargado con dos maletas de 20 kgs, una mochila que podía ser pasto de los carteristas y la bolsa del ordenador colgando al hombro.


Salimos de la estación en el número 400 de la calle y teníamos que llegar al 147. Las calles en Montreal tienen la peculiaridad de estar numeradas a partir del cruce con una de las arterias/avenidas principales, con lo cual, a partir de esa calle los números empiezan a contarse, a derecha, 1 W (1 Oeste) y a izquierda 1 E (1 Este). Esta explicación viene a colación puesto que cuando llegamos a una calle principal nos dimos cuenta de que aún teníamos que andar del 1 al 147 en la otra dirección.


El tiempo en Canadá es generalmente más fresco que en España, y normalmente gélido en comparación, pero ayer los astros se habían alineado para que Montreal me recibiese con un día resplandeciente y estival, trayendo como consecuencia que el tortuoso trayecto desde el aeropuerto hacia el piso donde me iba a hospedar hasta nuevo aviso me hizo sudar como un animal de granja.


Resulta que el piso este había aparecido de la nada y por arte de birlibirloque como un rayito de sol cuando, desesperanzado, le pregunté a mi contacto aquí si conocía de alguien que estuviese buscando compañeros de piso. El piso en sí está sito en Laurier, una zona bastante buena y cercana al centro que yo había fijado como uno de mis objetivos a la hora de buscar piso. Al llegar se descubrió el pastel, el amigo de mi contacto era sólo uno más de tantos otros compis en el piso, y la que llevaba el cetro de poder era una canadiense de un nombre un tanto peculiar que ya había estado enseñándole MI HABITACIÓN la habitación disponible a gente que se había puesto en contacto con ellos a través de un anuncio. Habían llegado para verla unas 8 personas durante el día anterior y algunas más ayer. Así que no iba a ser coser y cantar, era en realidad un cásting y yo me sentía como el huésped temporal hispanohablante al que ni tenían en mente a la hora de las deliberaciones.


Hoy, el otro hispanohablante de la casa me ha confirmado mis peores sospechas «Anoche, mientras dormías» (célebre película de Sandra Bullock, SaBu para los amigos, una de las musas de Servidor, y por lo tanto, de este blog) «vino a ver la habitación una chica francesa, estuvimos tomando cerveza con ella y lo más seguro es que se quede ella». Mi gozo en un pozo. La casa no era exáctamente perfecta (tiene un pasillo kilométrico que atraviesa toda la casa, las puertas se encajan y hay que empujarlas con gran estruendo), pero la zona sí, y los compañeros son amables. Tendré que seguir buscando.


Me siento al borde de la indigencia.


PAUSA DRAMÁTICA.


Hoy, el chico hispanohablante me ha llevado a dar un paseo exprés por el barrio. Todas las calles y avenidas tienen nombre de santo (a saber: Saint Christophe, Saint Joseph, Sainte Cathérine, Saint Denis, Saint Laurent) con lo cual es absolutamente imposible 1º acordarse de los nombres de las calles 2º hacerse cualquier tipo de esquema mental y ubicarse). Me ha llevado a un súper llamado PA (¿dónde están los nombres entrañables tipo Mercadona, Consum, Más y más, Día, etc?).


En un intento por congraciarme con él (después del jarro de agua fría que ha supuesto el hecho de que dentro de dos días me ponen de patitas en la calle) le he preguntado de qué parte de Perú era y él me ha respondido que era colombiano. ZASCA. He intentado arreglarlo diciendo que qué tonto, que juraría que mi contacto me había dicho que era de Perú, y acto seguido le he llamado por otro nombre que no era el suyo. Un asco de vida en toda regla. Bueno, al menos lo he intentado. El súper, muy mundando, no me ha llamado la atención especialmente.


♪♫☺  ¡Qué cuqui y floral, la bandera de Montreal!  ♪♫☺