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Do you speak English? / A little bitch

Hoy me he levantado inspirado y, tras meses de sequía, he decidido retomar este cementerio de elefantes que es mi querido y maltrecho blog. Reconozco que en las últimas entradas me dejé llevar por la euforia y no fui muy generoso, escribí para calmar mi fanatismo y sed de B. S. más que nada. Os dejé de lado y en parte lo siento, aunque todos comprendemos que es mi página y escribo en ella lo que me sale de la clòtxina, como es lógico.

El caso es que a mí con esto de los blogs me pasa algo curioso: rara vez escribo acerca de los grandes sucesos de mi vida. Me da pereza. Cuando vivo algo de manera muy intensa o me sucede algo importante nunca me apetece escribir acerca de ello. Considero, por un lado, que los que me conocen ya lo saben porque se lo he contado de viva voz o por otros medios (léase twitter, facebook u otros) y la reflexión, más que por escrito me gusta guardármela para mí, entre mis pensamientos, que yo imagino como una sustancia esponjosa y rosada, algo gomoide en mi cabeza. Cuando me planteo que quizá debería escribir acerca de estas cosas, sobre todo para cumplir la función en parte informativa o de bitácora que tiene este blog y me planto delante del ordenador, descubro que no me apetece lo más mínimo y que no podría contarlo de una manera que interesara a los demás. Eso no lo quiero jamás, al igual que no me gusta verlo en otros blogs que leo.

Como todos y todas ya sabéis, hace un par de semanas recibí la visita de mi novio y de varios familiares (mostly mi madre y mis tías). Fue maravilloso todo y chachipiruletístico, pero no voy a entrar en demasiados detalles por las razones anteriormente mencionadas. Lo único que quiero compartir con vosotros es la maravillosa montaje kitsch para guiris obesos estadounidenses instantánea que nos tomaron a la entrada de los túneles que te permiten ver las espectaculares cataratas del Niágara desde el lado canadiense.

¿Tengo o no el novio más guapo del mundo?
BITCH U JELLY?
Creo que debo hacer una pequeña acotación para explicar que existen dos cataratas, chutes, falls en la zona, que es la separación geográfica que el río Niágara establece entre Canadá (provincia de Ontario) y Estados Unidos (estado de Nueva York). Las cataratas estadounidenses tienen el inesperado nombre de American Falls y las de Canadá se llaman Horseshoe Falls por su forma de herradura. Las canadienses son mucho más caudalosas y extensas que las otras. La visión es espectacular, el caudal es inmenso y cae con una fuerza arrolladora que crea una turbulencia enorme en la parte inferior, todo ello acompañado del ruido atronador que hace el agua al fluir y al caer.

El valor turístico de este fenómeno de la naturaleza es innegable y ambos países lo saben, por lo que la zona que rodea a ambas cataratas es un horror sin precedentes infestado de parques de atracciones, casinos, hoteles, inmensos bloques de hormigón, tiendas de camisetas, casas del terror, restaurantes de comida rápida y todas las americanadas que os podáis imaginar. Si vais a visitar las cataratas algún día, que espero que sí, yo os recomendaría que os bajáseis del vehículo lo más cerca posible de ellas, estéis por allí viéndolas y sacandoos fotos y que en cuanto os canséis huyáis de allí sin mirar atrás.

Pero a lo que iba, esta semana he empezado a ir a las clases de francés para inmigrantes y anglófonos (me encanta que nos metan en el mismo saco, en plan dedito en la llaga) y estoy muy contento porque por fin estoy yendo a clases, aprendiendo gramática y vocabulario, que es lo que debería haber hecho desde que puse un pie en Canadá. Lo que me resulta inquietante es que yo estoy en el nivel 6, que es el nivel más alto en cuanto a cursos, a excepción de otros 2 posteriores de escritura que son para profundizar. Esto me impacta mucho ya que mi nivel no es que sea pésimo, pero desde luego no es lo máximo a lo que se puede aspirar y el nivel de mis compañeros de clase (al menos oralmente) es un poco regulero. Estamos repasando toda la gramática (reaprendiendo, ese término), es decir, que ahora mismo estamos viendo el présent simple, que no me quejo, que yo en cuanto a conjugación escrita soy pésimo y lo sé, pero teniendo en cuenta que se trata de un curso de dos meses y que tenemos que hacer tres presentaciones orales cada uno me angustio un poco acerca de cuánto voy a aprender.

Uno de mis compañeros me confesó que nunca se había presentado a los exámenes, para poder seguir viniendo al curso. La verdad es que lo entiendo porque son cursos bastante intensivos, muy baratos y bastante interesantes. Pagué 50$ por el curso mientras que en una academia privada cercana a mi trabajo me pedían 1.000$ por lo mismo (SAY WHAT!?!). Lo bueno de estos cursos es que son tan baratos porque están subvencionados por el gobierno de Quebec, dentro de su política de promoción y conservación lingüística.

La profesora me encanta, porque sabe explicar muy bien las cosas, pero lo que realmente me llama la atención son los compañeros de clase. Primero que nada, que nadie me tilde de racista porque no lo soy, pero alucino con la cantidad de colombianos que hay en Montreal. En mi clase hay entre 5 y 7, hay un par de mejicanos y un par de hispanoablantes misteriosos que el primer día se identificaron como estadounidenses, pero días después se desveló que habían nacido más hacia el sur. Me parece bastante triste que traten de negar u ocultar sus orígenes, pero ellos sabrán. Hay un moldavo, una vietnamita, una rusa (creo) y varios canadienses anglófonos con los que me parto la caja internamente cada vez que intervienen. ¿Habéis escuchado alguna vez a algún norteamericano anglófono hablar en francés? Es la cosas más LOL del universo. Dicen cosas como «Je voudrais aller à la plage» como «yé fudRéi -una erre muy inglesa, MUCHO- aléi a la plash». Es tan divertido... Las sureñas también tienen un acentazo que te tira de espaldas y cuando no saben las palabras las dicen en un español afrancesado la mar de exótico.



A mis compañeros de clase les encanta preguntar gilipolleces ridículas que la profesora acaba de explicar y hacen una cosa que como profesor que soy y he sido, me molesta mucho, la ponen en duda. A veces nos tiramos horas con un mismo tema porque algún/a nulo/a no para de preguntarle tonterías a la profesora y en algunos momentos me da ganas de levantarme, apuntar con el dedo al alumno de turno y gritarle que se calle la boca o soltar algo tipo: CAN WE MOVE THE FUCK ON, PLEASE?!

Como veis, tanto ver The Bad Girls Club me está afectando y a veces me vienen accesos de ira o pensamientos crueles cuando me cruzo con la gente. Tanta telebasura no es sana, os lo juro.

Hoy he llegado unos minutos tarde y no me he podido sentar con mi compañera habitual (una chica de Alberta a caballo entre rándom, neohippi, punk, hipster y sosa, cada día ha venido con un estilo) a la que aún no acabo de clasificar del todo y me he tenido que sentar en la otra punta de la clase, al lado de una mujer que desde que la vi me ha remitido a la América profunda. Su edad es difícil de determinar, porque es dejada a más no poder en cuanto a su aspecto, así que podría tener entre treinta y tantos y cuarenta y poco. Viste cásual con un chándal viejo, tiene el pelo grasiento y recogido en una coleta, padece sobrepeso y sus gafas si las llevase un modernuchi  guapetón con skinny jeans, un beanie hat y barbita de una semana se podrían llamar vintage y hasta me parecerían muy chulas, pero en ella son un horror antiestético. El caso es que esta mujer, de nombre Jordan tiene hygiene issues. En pocas palabras: huele mal. Su cuerpo huele mal y su aliento huele mal. ¿Sabéis esa situación tan común en la que vais en el transporte público y de repente se os sienta al lado un mendigo o alguien con poco hábito de darle al jabón? Así huele Jordie. Entre los ejercicios, Jordie se abstrae y se pone a pintar preciosos estampados simétricos en un folio aparte de sus apuntes. Inquietante Jordie.

Me gusta sentarme en ese sitio porque estoy detrás del chico más cutie de la clase, que creo que hoy me ha hecho ojitos (more on that, later), pero no soy una persona que tolere fácilmente olores desagradables, así que intentaré volver a mi sitio habitual, con mi anodina pero cambiante compañera de pupitre y lejos del chico cutie, al que denominaremos por el momento el Gafapasta.

Jordan se ha cubierto de gloria en dos ocasiones: al ver que he consultado mis dos móviles para ver si tenía algún mensaje me ha preguntado al respecto. Le he dicho que uno de ellos era el móvil español y que lo necesitaba porque «había personas en España con las que necesitaba estar en contacto». Su siguiente pregunta me ha dejado de pasta de boniato, me ha dicho: «¿Eso está en Norteamérica o es parte de México?». A lo que yo le he respondido que estaba en Europa y ella ha hecho cara de #woopsies y ha tirado balones fuera diciendo que entonces hablaría un francés más refinado.

Momentos después, mientras corregíamos un ejercicio, la profesora le ha mandado a Enrique -un mejicano muy interesado en el mundo de la moda y que hace intervenciones muy frecuentes y largas durante las clases, con todas sus maneras y gestos- que corrigiese. Jordie, me ha dado un ligero codazo y me ha susurrado «Enrique, it's your turn!». 

Después de tan turbadora experiencia, durante la pausa, he decidido llamar a las leístas empleadas de cierto lugar institucional que me está tramitando una renovación del pasaporte que necesitaba para antes de ayer y la conversación ha sido más o menos la siguiente:

-Hola, llamaba porque me renové el pasaporte allí hace unos días y quería saber si ya lo habíais recibido.
-(Con toda la sequedad del desierto) Pues si lo hiciste hace unos días no está. (TUTEÁNDOME, un miembro del personal de Exteriores de España. No me gusta la mezcla de tuteo + antipatía, me parece un desprecio.)
-Fue hace dos semanas.
-Pues tampoco -me da toda la explicación que ya sé acerca de que reciben las cosas una vez al mes y que aún no ha llegado, a pesar de que me dijo que llamase por estas fechas-.
-(Le pregunto que si actualizan frecuentemente la dirección web que aparece en el resguardo y donde supuestamente te indican el estado de tramitación de tu pasaporte, para saber si allí me avisarán cuando lo reciban.)
-(Me dice que no entiende lo que le pregunto.)
-(Me explayo un poco más, siento que le estoy hablando a un niño de cuatro años.)
-(Me dice que esa web no la llevan ellos, que la lleva «España».)
-(Le digo que vale, que entonces volveré a llamar, que muchas gracias.)
-(Me cuelga.)

Profiero un «ZORRA» entre dientes y me vuelvo a meter en clase, pues se ha acabado la pausa.

La profesora ha emprendido entonces un tema interesante, ha empezado a disertar acerca de la política del centro, que era muy tolerante, que los gays estaban súperaceptados, que tanto ella como el resto de profesores pensaba que había que respetar a todas las razas, religiones y orientaciones sexuales, etc. Ha contado que otro año, en una clase de 18 personas tenía a 15 homosexuales: #sodoma, y ha intentado justificarlo diciendo que claro, que es que a esta escuela venían muchos artistas y tal (!!!) y que otro año, en una clase, una alumna había soltado que los homosexuales estaban enfermos y que no le parecía un modo de vida decente y justo después, otro de los alumnos, un señor entrañable de unos sesenta años había contado que su hijo había ido un día y le había dicho a él y a su mujer «Papá, quiero contaros una cosa» y que él le había soltado «Dime que no has votado al Partido Conservador» y que les había dicho que era gay y todo esto entre risas y buen humor, y la perrilla intolerante se tapaba la cara en plan facepalm del bochorno. Una cagada y bien grande.

Tampoco es que esté ojo avizor, pero ya he detectado a un par de gáyers en la clase, entre ellos el Gafapasta♥, que aunque hay otra anglófona que va muy de Crystal Castles con su capucha en clase, sus brazos cruzados y su actitud de estoy de vuelta de todo pero en verdad es una pose que le va detrás y le lanza miraditas. En un momento en el que he vuelto de la pausa (sí, hacemos tres pausas), Crystal Castles estaba sentada en mi sitio, *mirada Tanisha*, hablando con Jordie y le decía «Es tan guapo... ¿Tú crees que será gay?» mientras suspiraba. Cachonda perdida.

Sin embargo, en otro momento, mientras esperábamos Gafapasta y yo delante de la máquina de café (a mí se me estaba preparando un café vainilla y el decidía lo que iba a tomar) hemos estado charlando y he sido un poco adolescenta, porque cuando he ido a coger una tapita de café se me ha desparramado parte del mismo en una silla y he paniqueado un poco. Me he sentido Drew Barrymore en alguna comedia romántica o Sandra Bullock en cualquiera de sus película: la entrañable atolondrada. Para más inri me he manchado un poquito la camisa. ¿Con qué sale el café? Me está bien empleado...


PD: Me veo en la obligación de aclarar que las mujeres que nos acompañan a JC y a mí en la foto del Niágara no son tres señoras de Wichita, Texas a las que colaron en la foto souvenir para ahorrar tiempo, sino que son mi madre y dos tías mías, a pesar de su evidente superioridad genética. Si fuesen asiáticas serían aún más superiores.